He ido cediendo poco a poco a la cultura de la Era de la Información. En los centros de Educación se nos pide una formación obligatoria para estar al día en moodle, pizarras digitales, blogs etc.. Es la llamada formación TIC. Nunca se termina. Siempre hay algo novedoso y de ultimísima generación. La comunicación es un dragón con la boca abierta.
Supongo que los expertos en informática, ingeniería y nuevas tecnologías disfrutarán un montón con toda esta situación. Otra cosa bien distinta es observar, como consumidores, la utilización de dudoso provecho que a veces se les da a todas estas innovaciones.
En el trabajo, el ordenador se utiliza para comunicaciones internas, para informaciones laborales, algunas veces, alguna que otra noticia extra laboral, de ocio, algún pasatiempo, chiste, power point para la reflexión o la no reflexión...un ratillo bueno delante del ordenador para poder asimilar todo lo que nos mandan. La experiencia nos dicta que hay que eliminar lo que no nos parece importante y de esta manera, el correo se reduce a la mitad. Hasta aquí perfecto.
Nos hemos ido adaptando a las circunstancias y hemos aprendido a manejar lo esencial: el buen empleo de la comunicación.
Ahora para incrementar esa conexión permanente con los demás tenemos el whatsapp: una invasión de mensajes, cuya misión debe de ser, por lo que veo hasta ahora, no dejar tranquilo ni un segundo a nadie. Me dicen mis amigos, ¿Cómo que no tienes whatsapp? pero...si es gratis y puedes hablar todo lo que quieras.
Les veo. Pendientes de esa máquina. Casi sin hablar con la persona que tienen delante de sus narices porque es más importante contestar una sandez del más allá. Y me rebelo, como cuando decía que nunca iba a manejar un ordenador o iba a utilizar una pizarra digital en clase. Patrañas. Seguro que sucumbo. No se cuando, porque hay en mi esa inocente resistencia tan seductora que me impide ir a la tienda y gastarme los 70 machacantes que vale tener un teléfono nuevo para poder acceder a esa tentadora aplicación.
Como siempre habrá que saber torear lo que venga, pero en este caso, no me cautiva nada perder el tiempo mandando tonterías a mis amigos. ¿Quieres quedar a tomar un café y hablamos?...el más bonito whatsapp, que es tan valioso, que de momento no me importa gastar unos centavos para escribirlo en un mensaje de texto vulgar o usando el teléfono que todavía es más precioso .
Lo esencial, lo importante, un aviso , una emergencia pueden ser las cosas sustanciales. Para eso...puede ser útil un whatsapp.
Mientras reflexiono sobre esto con ustedes, cae la nieve en mi ventana, tejados blancos, un ladrido rompe el silencio de este misterio visual. No me gustaría que se interrumpiera esta maravilla por el fastidioso aviso de un whatsapp. Y no se suspende...solo el tecleo de mis dedos y disfruto del secreto de la paz.