jueves, 26 de enero de 2017

Vivir o morir







Morimos cada instante.Nunca se vuelve a repetir nada ,ni siquiera un pensamiento o una palabra. Deberíamos de saber disfrutar más de cada ocasión que nos da la vida para disfrutarla. Sin embargo,no lo hacemos.

 Cuando perdemos una persona que amamos la muerte se nos hace dolorosa,como si fuera un desgarro intenso en nuestra alma. Levantarnos y ver que nos falta un ser amado nos impide vivir el día a día con normalidad otra vez. Es como arrancar un coche que ha estado parado mucho tiempo. El momento se detiene y parece que no vemos el porqué y el para qué.

La vuelta atrás con los recuerdos se produce y las lágrimas y sentimientos escondidos afloran. Cualquier cosa nos hace daño.El vivir es como un vino en mal estado,agrio, con posos, un infame liquido que no queremos apurar.

Nos enfadamos con la vida como si fuera un amigo que nos ha traicionado. Vivir y morir,para qué,nos preguntamos. Qué sentido tiene la vida. En un descuido, se nos olvida reír, disfrutar de los momentos con los amigos que nos quieren y escuchar cada segundo de la vida que llega. Y así,  la matamos. Matamos la vida con la muerte y no vivimos.

Cuando se produce el reencuentro con la realidad ,lo cotidiano se nos hace pesado como una losa y no podemos respirar porque aún es agudo el dolor que nos invade. Así es el duelo y que mal se pasa. Un día, inesperadamente volvemos a vivir.No deberíamos nunca olvidar el porqué vivimos y el que nos ayudó a vivir,si fue una mirada,una frase,una sonrisa,un chiste, un amigo. Fuera lo que fuera,recordar el encuentro con el renacimiento de nuestro ser, debería de ser tan importante como la pérdida de un ser querido.

Nadie nace fuerte,somos seres indefensos y frágiles. Nuestra percepción de la vida es lo que nos altera y nos vuelve cínicos y críticos con la existencia. En cambio,nuestra propia debilidad es la llave para comprender nuestra  vulnerabilidad  y de este modo, saber como vivir o morir.


Isabel