martes, 26 de julio de 2022

Crónicas de julio

 





La rejilla delantera del automóvil escupió un pajarillo saltarín sin ton ni son. Me faltabas tú, julio, pensé..., y te estás consumiendo poco a poco, con el sol derretido por tu propio calor. Mi balcón era un mar abierto con escaleras que servía para refrescar mi cuerpo dolorido de tanto esperarte.

Al margen de toda la belleza que me rodeaba, a través de mis gafas oscuras, creo que no es un verano tan sorprendente cuando descubro, enfrascadas en sus móviles, una madre y una hija sin tiempo para hablar ni de conocerse. A veces, la madre miraba al vacío, como perdida en esa nada; en un circulo vacío combinado con las mismas costumbres, las mismas persianas que se cerraban al atardecer.

He visto a aquel turista que necesitaba viajar para vivir y crecer como persona...disimulando un barrigón sujetado por toallas sobre una panza, dirigiéndose enfundado en su camiseta floreada a una piscina azul cielo.

Y toda esa gente que nunca se ha planteado cambiar de vida o de camino... Pero también, sin embargo, he soñado contigo, y en los desesperados imposibles; yo tibia, con mi pie entre las rocas del océano y tú tan lejos, arañando mi piel con tus recuerdos.

Isabel Bravo©