jueves, 10 de enero de 2013

La gimnasia del espíritu



Aquellos que nos dedicamos a la enseñanza, un poco por deformación profesional, pensamos que para la gran mayoría de las cosas de esta vida es necesario el aprendizaje dirigido o el aprendizaje por descubrimiento.Por eso nos sorprendemos gratamente cuando descubrimos el aprendizaje espontáneo, ese que surge de ningún sitio y nos remueve las mismísimas entrañas. Yo lo llamo la gimnasia del espíritu.

Cuando caminamos trabajamos ligamentos, tendones, músculos y el cuerpo se tonifica naturalmente. Cuando una persona comparte sus sentimientos contigo, te hace ver un mundo diferente del que conocías, te zarandea con sus palabras, sacude de tal forma tu alma ,que nuestro espíritu interno se vivifica. Tenemos agujetas. Sentidos como estamos por el dolor ajeno, nos tomamos una aspirina interna virtual o buscamos un remedio natural para apaciguar esa sed de consuelo y de serenidad. En este caso, recibimos y procesamos una información que nos hace adentrarnos en el aprendizaje de la vida .

Hay ocasiones, sin embargo, en muy contadas ocasiones, que podemos recibir el don del saber de forma inherente. Nadie nos lo ha explicado, nunca lo hemos visto, pensamos que procede de la misma ausencia del saber y ahí está delante de nosotros, en todo su esplendor para darnos una clase de vida.

No sabemos de dónde mana el conocimiento natural. Desde siempre ha estado presente en la vida del hombre. Desde el inicio del mundo, como un misterio a resolver, se manifestó en nuestro camino para adaptarse a las dificultades en el medio ambiente.

Hace ya muchos años, mi  Maestro me dedicó uno de sus discos y  en el me escribía entre otras cosas: " La técnica es el fruto de la paciencia y constancia en el estudio. El arte es el fruto del alma y solo es posible su perfección"

En mi juventud y en mi formación inicial me animaba constantemente a practicar la técnica y reforzaba ese aspecto especialmente, ya que consideraba ,que mi expresividad era una facultad innata en mí. Recuerdo que cuando me explicaba el porqué había que frasear un pasaje de una manera ,yo lo interpretaba de una forma natural y se entusiasmaba por mi facilidad para hacerlo.

Ahora vuelvo la vista atrás y comparando mi situación actual, la música, el prisma con el que observo todo en esta existencia, comprendo mejor qué quiso decir mi maestro sobre la perfección del arte. Quizás la vida, la edad y las circunstancias me quitaron parte de  aquella técnica musical que tenía, pero nunca he dejado de cultivar mi amor al arte, como parte de esa gimnasia del espíritu  para que me ayude a ser mejor.