No voy a hablar de ello. Quiero dedicar unas breves palabras a lo que es la aceptación con mayúsculas, es decir, esa aceptación que está vinculada al vocablo comprensión. Aquí no es necesaria la sumisión o la obediencia. Nadie protesta ni está discrepante. Hemos abrazado la verdad absoluta y analizando a fondo la situación, nos sentimos aliviados porque hemos comprendido.
Resuelta nuestra lucha interna aceptamos lo nuevo, lo diferente, lo agrio, lo dulce y sentimos cómo se mitigan nuestras dudas y miramos con otros ojos el mundo. Nuestro sufrimiento ha desaparecido.