Ambición

La búsqueda tan solo, del reconocimiento, el aplauso, el éxito perenne y el no conocer el fracaso, el olvido o el desinterés del público por cualquier acción realizada ,transforma al artista en un espécimen  ambicioso y egoísta que puede ocasionar hasta la propia autodestrucción.
Ese protagonista del arte canta esa canción popular que dice: Todos queremos más...y siempre, siempre está en el candelero. Así como se asciende a los cielos con alas de pájaro, Ícaro se acerca al sol y sus rayos las funden. Así es el éxito y así el fracaso.
El que tiene buen juicio equilibra sus deseos y su ambición, pero el que no se sabe ambicioso y piensa que actúa con sensatez puede llevar sus acciones a la frustrante caída o a un precipicio sin vuelta.
Cuando nos sentimos protegidos por el público, por las altas esferas, nos creemos con derecho a cometer delitos de codicia y pretendemos dominar todas las situaciones.
Pero el público es voluble, la garantía de la tutela se acaba y estamos solos como Clint Eastwood, ante el peligro.
Meter la pata una y otra vez y no reconocerlo, seguir cogiendo manzanas en lo alto de un árbol sin importarnos la tormenta ni la lluvia, ser los reyes del mambo sin pareja en la discoteca...se llama también agarrarse a un clavo ardiendo.
Solo queda ya arrastrarse cual culebra (sin reconocer nuestra tamaña ambición) para volver a recuperar los favores perdidos y la simpatía del público.
Los actores son capaces de engañar al auditorio con frases apropiadas. Aquel que sólo oye una versión de la obra siempre cree lo que le cuentan ,y pudiera ser que Romeo no amara a Julieta, sino a la mujer de uno del público convocado.
El problema es cuando nadie quiere contar la verdadera historia. Y por los siglos de los siglos nadie la reivindica.
Nos queda nuestro propio juicio, la observación y tras ese análisis no aguantar ya más tanta falsedad. Decir :¡Basta!.
Y el ya está o la cesación implica respeto. Y el respeto empieza por uno mismo...

El juego de la Oca

Es a simple vista un juego ameno, un pasatiempo para divertirse en familia o con los amigos. Pero analizando minuciosamente esas imágenes que aparecen, nuestro olfato nos dice que hay algo más oculto en los orígenes de esta simple tabla cuadrada.
Cuando las ocas caminan dejan una huella similar a un tridente. Los gansos o las ocas eran símbolos relacionados con la cultura atlante y con las cofradías y hermandades celtas. Jugar al juego de la Oca es en cierto modo, un juego esotérico que habla del camino de las ocas y de las estrellas, pero también  de la renovación interna.
La cristianización de este juego trajo consigo la relación con el Camino de Santiago, que también digamos, es un camino que promulga la transformación del individuo.
Es en la Edad Media cuando se adoptan signos de la antigüedad como la oca, la concha, las estrellas,algunos animales como el lobo, el cuervo o el perro, y pasan así al archivo cristiano.
El Camino de las estrellas era el laberinto marcado por la Vía Láctea, el Arco Iris del dios Lug de los celtas, que desembocaba en el Finis Terrae: el Fin del mundo conocido en la Antigüedad.

El tablero del juego de la Oca tiene 63 casillas. Un tablero que probablemente ha tenido muchas transformaciones en el tiempo. Hay 24 casillas que tienen unas reglas fijas y que deben de ser seguidas estrictamente. El objetivo del juego consiste en ser el primero en alcanzar la casilla central que es donde está la Gran Oca, o el jardín de la Oca, el Edén para los cristianos, el Sol de los incas y los egipcios, el Tao para el taoísmo, el Paraíso ...es la casilla 64, una casilla no numerada que simboliza la Unidad. Siempre hacia el oeste, como en el camino de Santiago, el jugador debe esquivar las dificultades que se le presentan: el puente, la posada, el pozo, el laberinto,la cárcel  los dados y la muerte.

El significado oculto de este juego, sigue siendo un misterio. Transmitido a través de los siglos, como los cantos tradicionales transmitidos oralmente, parece un mapa cifrado para alcanzar el camino de Santiago....como un mapa del tesoro.
Se dice que la Oca representa al iniciado que busca el renacer o el despertar. En continuo movimiento, la espiral del juego gira y gira y por mucho que nos empeñemos en esquivar el final, bien sea en el pozo, en la cárcel o en la posada todo llega y después la Resurrección, el revivir o la reencarnación. Una nueva oportunidad para retar a la vida.

Vocación

La palabra vocación proviene del latín vocare que quiere decir llamar y se aplica normalmente a un significado referido a la aspiración de las personas que buscan desarrollarse o iniciarse en una profesión, carrera o empeño.
La aptitud para conseguir ese anhelo palpita con frecuencia dentro de cada persona y se manifiesta naturalmente. Hace falta, sin embargo, escuchar esas señales con atención, pues es fácil que por diferentes circunstancias del momento,  esas vocaciones no se puedan desarrollar.
A menudo, surgen pasados los años, las aficiones tardías y con ello viene la reflexión, la lucha interna y la externa por querer lograr y dominar aquello que la musa no nos inspiró en su día.
Dormidos, como sonámbulos en esta vida, jugamos entonces, a querer ser y, ¡cuán triste es examinar, que aquella fruta que antaño rechazamos, a veces, ya no se puede tomar!
Aún así, hay vocaciones adultas, como las religiosas o las artísticas, que están sembradas en las almas aletargadas y que un día, de repente, se despiertan y pueden sorprender al mundo entero.
Muchos deseos frustrados por padres intransigentes, obcecados en que su hijo estudie otra carrera más importante..., pero son pasiones que nunca mueren y permanecen escondidas para manifestarse cuando ya no hay peligro de represión interna.
Es cierto, que muchos descubren su verdadera aptitud a una edad respetable.
Ahora que lo has encontrado, ¿vas a dar marcha atrás? No debería suceder así.
El hombre que encuentra en su camino su verdadera vocación no debería retroceder, sino disfrutar de esa llamada del destino.

Tu eres mi mujer.

La responsabilidad podría degenerar facilmente en dominación y posesividad, si no fuera por un tercer componente del amor: el respeto.
Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere:mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que le es propia , y no para servirme.
El respeto solo existe bajo la base de la libertad. El amor es hijo de la libertad, no de la dominación.
E. Fromm

La quietud

No siempre funciona, pero cuando sucede es algo realmente maravilloso: ser capaz de actuar con generosidad y calma ante situaciones violentas. La capacidad de comprensión del porqué no es importante en ese momento ni creo que nos ayude a solucionar un conflicto tan efectivamente ,como cuando trascendemos el problema y buscamos la reparación en la inmovilidad.
Es quizás más certero ante una amenaza, un desprecio, una mofa o algo similar ,la inacción. Con este reposo, es posible no dar el relieve ni la trascendencia a las cosas que nos suceden ,que nos hieren profundamente en el momento ,porque pensamos que no hemos hecho nada para merecerlo.
Es mejor ampararnos en una palabra de amor, de cariño, en un gesto de comprensión, reconociendo que también hemos podido equivocarnos sin desearlo y nuestra conducta ha podida ser juzgada desde un prisma diverso al nuestro.
Hay algo , sin embargo, que me cuesta interpretar: si el odio genera odio, ¿porqué el amor no genera siempre amor?

Mano de Buda

Encima de una figura de un Buda en mi jardín cuelga la rama de un limonero. En este escenario han surgido algunos limones llamados  citrus medica o también denominados curiosamente, manos o dedos de Buda porque sus frutos son deformados y a veces, presentan unos alargamientos parecidos a los dedos de una mano.

Estos cítricos son especialmente olorosos. Al coger uno de ellos pude comprobar la riqueza en su aroma.Por lo  visto, son especialmente apreciados para la cocina  y ya en la cultura romana se utilizaban antiguamente como un producto medicinal.

Parece una gracia de la Naturaleza en mi jardín, rivalizando entre el incienso, la menta, la ajedrea y el perejil.
Un regalo que anuncia la cercana Primavera.

La música del alma

Entrégate al silencio, deja que se infiltre,embriagándote cual resonancia serena.
En paz, como un secreto que se oculta dentro de ti.

Y el único sonido manifiesto,la música de tu alma.
Si la escuchas con atención, conocerás la verdad mística que nos une al todo y la nada.

(Randy)

Jugar con el lenguaje

Es nuestra forma de dirigirnos a los demás una característica de nuestra personalidad. Admiro mucho a esos autores que manejan la palabra con astucia y originalidad.
Hay un tipo de escritura retórica muy especial que tiene que ver con esto, llamada el astracán.El astracán es un género menor cómico cuyo objetivo es lograr la risa a toda costa. Los juegos de palabras y un humor constante caracteriza esta categoría de literatura teatral.
Una de las obras más conocidas es La venganza de Don Mendo de Pedro Muñoz Seca , ambientada en la Edad media.
La riqueza del lenguaje, la combinación de estrofas, el uso del drama con fines paródicos, y entre otras sutilezas, el empleo de frases repletas de quiasmos (contrastes y cruces de términos en la oración), hacen del astracán un género a tener cuenta para la risoterapia.

Grandes escritores, dramaturgos como Quevedo, Sófocles, Woody Allen, Tolkien y otros,utilizan la figura de repetición de la conmutación para hacernos reír y a la vez pensar.

Aquí van algunas frases con estos juegos de palabras que espero que os gusten:

• Muchos de los que viven merecen la muerte. Muchos de los que mueren merecen vivir. ¿Puedes devolverme la vida? Tolkien.
• Toda su vida está en sus obras y todas su obras están en su vida. Elia Kazan.
• El que parece sabio entre los tontos parece tonto entre los sabios. Quevedo.
• La poesía tiene que ser humana. Si no es humana, no es poesía. Vicente Aleixandre.
• Haz lo que decimos y no hagas lo que hacemos. Boccaccio.