martes, 1 de octubre de 2019

Oktober fest









Teñida de naranjas y añiles se despierta la mañana de octubre de 2019 con aroma a edelweiss. En otra calle cercana, a primera hora, también hay olores de mutaciones de pan recién horneado, para contrarrestar el encanto de los ángeles que tararean canciones de la resistencia. A pesar de ser tan temprano, se oyen conversaciones de mujeres que hablan sobre sus agujetas de Pilates del día anterior, con la música de Ella Fitgerald al fondo, en un pub envenenado por las diferentes especies de levaduras cancerígenas en sus cervezas.

Hace ya un año, me encontraba en este mismo sitio meditando sobre el Oktober Fest, pensando en un fugaz viaje a Frankfurt. Contemplaba con mi imaginación  cantos bávaros, salchichas frías con col ácida o codillos requemados con puré de vaya a saber usted qué patatas.
Y hoy aún, me sigue pareciendo buena idea bailar un landler de 3/4,  mientras te apoderas de lo que deseas sutilmente y lo vas haciendo tuyo; como cuando la cerveza  intenta penetrar suavemente en el borde de la orilla de esa jarra helada y va comiendo terreno, hasta que sube la marea vikinga y hace de la costa su territorio.

Oom-Pah dice el ritmo del viento que invade lo desértico y lo coloniza: hoy plantas una rosa, mañana pueblas el corazón completo en el Prado de Teresa de Munich. Y allí, te puedes hacer el dueño y señor de mi alma, gota a gota, paso a paso, mientras encuentro impresionada tus manos en mi cuerpo, tus labios casi rozando los míos, tus pensamientos en mi cabeza.
Tan ebria, con este solar vacío mío que se va llenando cada octubre con tus muebles, tus cuadros en mis paredes, arrebatando el espacio a mi miedo a ocuparlo.

Hace ya casi un año de todo esto y me he dado cuenta demasiado tarde del juego de la guerra, de la invasión pacífica de tus intenciones y me veo acorralada por tu amor que choca contra un muro indestructible: rodeada de guiris sin patria, souvenirs de efectos secundarios, hoteles repletos, llenazo en espectáculos...No puedo casi ni caminar sin encontrarte porque tu "holding" administra ya cada paso que doy y se acerca peligrosamente a mis barricadas.

Ahora estoy buscando un túnel en ese espigón por desasosiego, un bunker, para poder esconder mi temor al futuro incierto. Ahí, es posible que pueda pensar mejor en cómo era mi vida antes del peligro de tu asedio. Y mientras me sobresaltas cada día con tu conocimiento,Oom-Pah, debo decir que el Oktober fest "Ya está abierto" puesto que, a pesar de haberte dicho adiós, el perfume inequívoco de tu piel aún permanece sellado en mis labios después de más de 45 minutos.