martes, 30 de abril de 2019

La perfección artística











Es bueno recordar que la senda de un artista  no es un camino de rosas. Cuando se asiste a un concierto, una exposición o cualquier otro evento de este estilo, el público recibe tan solo el producto final sin saber qué ocurre en el trayecto. La entrega personal de semanas, días, horas es una incógnita que solo la conoce el artífice.

La facilidad para crear una obra, por ejemplo, es un tanto  relativa.La técnica es tan imprescindible  para la creación, que no se puede obviar y es complicado dejarse guiar tan solo por el sentimiento. Para ello recuerdo con cariño una frase que me dedicó  mi maestro D. Eduardo Hernández Asiaín en uno de sus discos en homenaje a Pablo de Sarasate : "...La técnica es el fruto de la paciencia y constancia en el estudio. El arte es el fruto del alma y solo es posible su perfección..."

La búsqueda de esa perfección es la que nos conduce al error. La equivocación es el fundamento del aprendizaje. El análisis, la vía para el encuentro con el acierto y la decisión.
Vacilar y dudar es de sabios. La experimentación , una rutina necesaria. Así, sin duda, se trabaja con el alma: dándole vueltas a nuestra propia naturaleza y esencia, hasta descubrir lo que hay dentro, nos guste o no nos guste lo que encontremos.

El artista trabaja con el material que posee, aunque sea pobre o escaso y de esa inherente escasez , muchas veces,surgen las mejores obras.
Nuestras carencias y deficiencias, nuestras luchas internas, pueden ser la fuente de inspiración para la invención. Nuestras tachas y vicios, la síntesis de la  más pura fascinación.

Si pensamos que el fruto del alma solo debe de ser cristalino y puro, es mejor que nos olvidemos del Arte y  de los artistas.
Deberíamos olvidar  a Tchaikovski , casado por conveniencia para ocultar su homosexualidad, a todos aquellos artistas con depresiones, bulimia, adicciones, no admirar a Vicent van Gogh, Schumann, Schubert, enfermos de sífilis y de delirantes episodios mentales...
Incluso a Manuel de Falla, obsesionado con la filosofía y la conducta humana, con su delirante música sensual, amigo de Federico García Lorca, entre otros y exiliado a Argentina durante la época de Franco.
 Artistas y humanos, rectos y sinuosos, sutiles y toscos.

Por eso, pensando en la frase de mi maestro...Prosigo su consejo: en la vida explora, cuestiona, da pasos con firmeza, ten en cuenta que no hay nada seguro, que nadie está libre de mancha y que la perfección, a pesar de no existir, es el camino que debemos de perseguir.