lunes, 9 de mayo de 2011
El desapego y la paciencia
Incluyo dos textos muy bellos extraidos de un artículo que leí hace poco. Espero que os gusten
El desapego: Vivir como las flores
- Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?... Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes.Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
- ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro.
- Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo.
- Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín.
Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse...
La paciencia: Las pausas
En la pausa no hay música, pero la pausa ayuda a hacer la música.
En la melodía de nuestra vida la música es interrumpida aquí y allá por “pausas”... Y nosotros, sin reflexionar, pensamos que la melodía terminó.
A veces, Dios nos envía un tiempo de parada forzada. Puede ser una prueba, planes fracasados, o esfuerzos frustrados. Y hace una pausa repentina en el coro de nuestra vida. Nos lamentamos que nuestra voz tenga que callarse, y tenga que faltar nuestra parte en la música que sube hasta los oídos del Creador.
Pero, ¿cómo es que el maestro lee la pausa? Él continúa marcando el compás con la misma precisión y toma la nota siguiente con firmeza, como si no hubiese habido interrupción alguna.
Dios sigue un plan al escribir la música de nuestra vida. Nuestra parte debe ser aprender la melodía y no abandonar en las “pausas”. Ellas no están allí para ser pasadas por alto o ser omitidas, ni para perturbar la melodía o alterar el tono.
Recuerda además que la pausa no dura mucho… ¡apenas sirve para continuar la melodía!