martes, 28 de abril de 2020
El nopalillo, la flor de la escritura.
Eres flor de tallo hueco, instrumento de escritura de ángeles con tinta encarnada. Entre mis dedos, tu vello pectoral enredado terso, manejable para jugar al "te deseo"... Finges, entonces, pequeñas espinas en las areolas apercibiendo mis movimientos juguetones, malogrando comerte a besos cuando tus flores con forma de trompeta me amenazan. Frustrada mi impaciencia por el deseo negado me imagino tus manos, entre flores celestinas y verónicas azules, con las mías enredadas.
Y de esa belleza escondida sin nombre, nace esa pasión reflejada en un cactus orquídea despierto por la noche, desprendiendo un perfume exquisito e intenso, mientras me cuenta algo entre tinieblas con su forma segmentada de pluma santa.