sábado, 9 de mayo de 2020

Clavelitos








La vida es para fuertes y yo no lo soy. A través de una lupa espejo  arañabas mi guitarra para hacer que sonaran "Clavelitos"desde el calor de la terraza. Mi canto solitario era como un "single" de los años 60 y  sonaba despojado de toda oportunidad para la defensa.

La voz de mi vecina,  en cambio,  resonaba con forma de cantante a deshoras emitiendo gargarismos y vocalizaciones sin temor al genoma de ARN polimerasa. Tú, entretanto,  sin ignorar el dolor que produces cuando mueves mis labios con tus dedos (como quien destapa un velo o una botella de Laurent Perrier Cuvee Rosé)  sabías pronunciar frases crueles para que un cristal derretido por la impotencia asomara por mis ojos.

Todo se está cumpliendo, todo aquello que vaticinó el señor del tiempo. Y tengo miedo. Colores rojos en mis macetas llenos de flores perfumadas aunque no lo sé. Primero abonar y regar con dedicación y luego arrancar los tallos con violencia para dejar que vuelvan a florecer para ti. Me está matando pausadamente (54 negras por minuto) este paréntesis con sentencia.

Aún recuerdo aquel tercer beso que fue mejor que el segundo y que el primero, como un vino variedad tempranillo y garnacha , como cuando saboreaba sus taninos punteados por la bandurria de hollejos y pepitas. Pero ahora mi cabeza está rota pensando en aquellos acordes que olían a resinas y alcanfor o al aceite de nuez fresca sobre mi violín hueco. Pero ya no están... La vida es para fuertes y yo, no lo soy.