Tengo tu sonrisa indeterminada en mi álbum de fotos en un paisaje desdibujado, calado de colores cetrinos.
No se qué fue de aquel hombre reflejado en esa encantadora estampa y de aquellos ojos de mirada calculadora aceitunados grises, heridos por el paso de las oportunidades no adquiridas.
Lenguas viperinas decían que tenía una amante en cada puerto, que era un marinero errático...
A veces, considero los momentos que reposaron sus manos en las mías, uniéndose entrelazados los verbos del presente. A veces, sopeso los comentarios ajenos que me miraban ladeando la cabeza con lástima y me decían que era un fantasma en la niebla.
No sé qué camino tomó, en qué desvío dejamos de dirigirnos la palabra, pero tengo su espíritu en esa vieja fotografía y se a ciencia cierta, que ese día, me amaba. Por lo demás, el tiempo pasó y de esa borrosa instantánea solo me queda un microfilme atesorado entre plásticos protectores para revelar su alma atrapada de nuevo, con ese fondo difuminado con detalle en una cabina oscura con ácido acético.
Siguiendo el protocolo del onanismo visual, en este mundo que sabe destrozar lo bello y lo hermoso de un plumazo, me despierto, por el contrario, admirando los amaneceres.
También, después de descubrir el esplendor de la tarde me quedo con la decadencia de esos grises azulados del atardecer, borreguitos en los pliegues de los labios del mar, que van desapareciendo hasta que entra la noche de invierno... demasiado oscura, sin luna que la ilumine.
Descalza a veces, me asomo desde el balcón del anochecer con los mismos ojos que descubren todas las mañanas el rojo violáceo que se disuelve sobre las 8.30.
Ya sé que tú, mientras, estarás divagando como siempre con los matices de la perfección para ajustarte al ceremonial del reglamento: ese fastuoso y preciso instante en el que tú sacas tu escopeta y pretendes cazarme al vuelo.
Como si fuera una burla del destino...los estorninos pintos vuelan en bandadas con un gracioso planeo en linea hacia el cobijo de mi jardín, huyendo del coto pagado a golpe de chequera.
Y yo,...al final de este maquiavélico ritual, con un puntual estremecimiento , siempre me pregunto lo mismo...¿Tanto me deseas?
Ya tienes lo que querías. Derrochas como ninguna billetes de todos los colores en prendas de Chanel y Loewe. Sabes mirar por encima del hombro al que no llega a tu categoría social y con tu soberbia habitual, retiras tu palabra con una torva mirada, o te haces la sorda ante las palabras audaces de aquellos pobres insectos.
Ya posees de todo: dinero, casa, fama... e incluso, a quien humillar cuando te apetece. Tan sólo se te escapó aquel pequeño detalle, como una golondrina que revolotea antes de la primavera: el verdadero significado del amor. Es inconcebible cómo a alguna vil criatura se le ha podido ocurrir la impertinencia de desaparecer de tu vida, sin que la hayas podido machacar a gusto. Sorprendente.
Estaría bien saber qué hace esa pobre cucaracha sin tus brillantes ideas y tus sabios consejos . ¿Vivirá aún. te preguntas? Estaría bien poderla aplastar un ratito más de vez en cuando y ver su carita tonta de pena para poder sentirte más feliz que una perdiz.
Es deplorable su imprevista fuga de la jaula después de la última afrenta y del desprecio habitual. No sabes cómo lo logró.¿Será fácil hacerla regresar de nuevo poniendo carnada de bondad y misericordia en la puerta de la mazmorra?
Y mientras meditas sobre esto te viene a la mente con disgusto un posible atisbo de felicidad en su bobalicón rostro y piensas lo odioso que puede ser una vida tan simple sin tu permiso.
¿Por qué se conforma con lo más sencillo de la vida? ¿Por qué cuando llora sabe lo que es el amor y yo no lo sé? Si pudieras robar esos pensamientos, arrebatarla esa pasión, destrozar sus paparruchas...
Si...,ya tienes lo que querías, energúmena de poder y gloria. La honestidad y la casta a tu servicio...,sin embargo, esa colilla molesta debería de estar en la basura y desaparecer del mundo por tu propio bien.
Parece que el aire está más vacío que nunca, más hueco, como si se burlara de tus reflexiones.¡Cómo molesta el futuro cuando no se conoce! Y el carpetazo a esta crónica es una sentencia muda, escondida tras un telón beige.
Eras la mejor haciendo un pespunte cruzado, sabías fregar con Fairy o hacer la masa para las croquetas, sólo que ya eso, es muy vulgar para ti. Tienes demasiada categoría para esas paparruchas. ¡Ah!...también contabas los chistes muy bien.
Casi se han silenciado los petardos, pero aún hay rumores de las gotas de invierno de champán, celebraciones en familia y comilonas sin operación bikini. Y pienso yo ahora en lo que viene. Se ha ido repentinamente el sol frío de la tarde ocultado entre montañas imperturbables. Cierro los ojos con tristeza, comprendiendo la rueda de la vida que gira y que repite la historia del retorno engañándonos con las palabras "The End" al final de lo que nunca termina.
No hay esperanza para las grandes hazañas. La única salida parece ser la contemplación en la rutina del crujiente dolor que se acostumbra al color marrón atezado del cercado del redil. Y una vez hechos los propósitos del 2020 y sus promesas , ese brindis por el año nuevo que nos engaña otra vez, con esperanzas que nunca sucederán.
Más de lo mismo. ¡Qué afortunados son los que tienen ilusiones! Debería de existir una enfermedad que inoculara ese virus...Disculpen mi pesimismo.
Encajo cada momento como viene, con el coraje decidido a escuchar las noticias de la radio que hablan de incendios en Australia, bombas en Siria y Afganistán, violaciones en Nochevieja, infiernos de mafias, suicidios, ancianos abandonados, familias enfrentadas y plásticos por los océanos.
El hábito de lo ordinario no me anima, la verdad. Y esa letra con ritmo de reguetón termina con mi paciencia por hoy. La risa tonta-floja de los opios del pueblo inoculados por televisión también. Todo es divertido...y por si acaso, siempre nos quedará el fútbol.
Aquí tienen su realidad, señores. Y los niños al psicólogo del TDH mientras apuramos un txupito de orujo de hierbas en el bar de la esquina con los amigos, conocidos por un día.
Parece que llueve...y yo, con la ropa sin planchar.