sábado, 9 de noviembre de 2019

Vaciarse o llenarse




De vuelta a casa, sonaba en la radio, la sonata Appassionata para piano nº23 de un tal Beethoven. Fluía con sus progresiones ascendentes y descendentes, con sus ornamentaciones. Detrás quedaba el paisaje de un Bilbao lluvioso, más frío y gris de lo habitual. Mis ojos, en su linea.

En la curva, los contenedores de basura, nuestras impurezas y desechos se acumulaban como siempre...Al final, nos vaciamos, desechamos lo que no queremos, y lo inservible acaba todo en un container, con aquello de la vida que no necesitamos.

Al llegar a casa, decido extrañamente despejar los cajones de mi despacho y aparece, aquel ticket por un café gratis (celosamente guardado), de un área de servicio de la puerta de la montaña, quizás por si algún día regresaba. Al cabo de un tiempo, pienso, todo terminará en el fondo de la papelera decorada con el mapa de Hendrik Hondius...

Y así, la copia del recibo de la tienda de Stradivarius, el pack de 6 botellines gratis de cerveza San Miguel, el mapa de Córdoba con su almanaque, el vale promocional de 5 Euros de El Corte Inglés, el bono de descuento de 1,20, el cargo por la almohada cervical, la matricula del examen al que nunca me presenté, el prospecto de "Tengo artrosis", las entradas al teatro de Globalcaja y las del homenaje a Joaquin Rodrigo, se despidieron en el fondo de la bolsa de plástico.
No sin una cierta emoción en mi garganta, rasgo una maravillosa factura de 111,50...también cae a plomo hecha una bola, la carta de postres de la calle Romero nº16,  con la de la gasolina sin plomo de Santa Cruz de Mudela y la factura simplificada de la mesa 107.

El importe de aquella carta certificada sigue a los 2 euros de descuento para la botella de vino reserva 3/4 litro con el 20% de descuento en limpia máquinas, aceite de maíz y helados veganos. Acompañándome, entre la montaña de papeles, escucho a Glenn Gould que interpreta para mi el Contrapunctus XIV de otro señor llamado, Juan Sebastian Bach.
El justificante de pago del carburante en Itziar con la botella de Font Vella transporta mis recuerdos a aquella oscura tarde de otoño en Baiona mientras arrojo el papel del cortador de pelo gratis hasta agotar existencias del 17 de marzo de 2019; junto a la almohada viscobambú de Flex y los 7 euros de descuento en la compra superior a 70 euros.
Lástima...también aquellas sábanas de promoción de algodón 100x100...
Lo multiplico, me sale 10.000.

Imposible vaciarse  aún de tanto consumo y de tanto árbol desperdiciado en impulsos mercantiles y económicos. Imposible no enternecerse con un papel atesorado,... más de uno bordado por las lágrimas del tiempo o por fluidos perfumados, con un bello recuerdo de una tarde incompleta con aroma a Calvin Klein, sidra, cacahuetes o chocolatinas.

Me contengo vacilante ante la hematrimetría y su fórmula leucocitaria con el análisis de Bioquímica, mis años de servicio sobre un reconocimiento médico, la factura de la electricidad del mes pasado, el impuesto de Hacienda de 2018, mi plumilla para caligrafía, mi block de notas, el llavero de La Gomera, la caja metálica de los biscuits Rosé de Fossier...y con el boli robado del hotel.