jueves, 21 de noviembre de 2019

Recuerdos







Recuerdo que me gustabas mucho más antes, cuando la sorpresa se manifestaba en tu rebeldía frente a la soledad y cometías estupideces. Es verdad que la vida no estaba tan planificada por el sopor del orden y concierto,  y telegrafiabas al enemigo la estrategia de campo componiendo lo más ridículo que se podía hacer.

Recuerdo ese olor a dejadillo...,a chute de adrenalina imprevisto, ese era tu encanto; cuando las locuras y las cavilaciones atolondradas, ( yo diría sinpensares si existiera esa palabra), dominaban tu melancolía de tristes días sin amor pero llenos de esperanzas vacías de lógica.

Lo más bonito de mis recuerdos de ti me llevan a un eco lejano de tu voz de tenor lírico spinto. Cantabas canciones  mucho más atractivas con esos ojos vidriosos de juergas acumuladas y ese deje cansado como de tango arrabalero, conquistando lo inalcanzable desde montañas y monumentos etéreos.

Ahora no, ahora tienes el tacto colorido de una poltrona Chester de piel de primera. En Navidades probarás turrón del bueno y polvorones Felipe II, seguro, en un intento de ser familia acomodada en un ambiente opulento. Pero ya no serás siquiera, ni el hombre fatal que cantaba Garry Owen, ni el capo de los solitarios olvidados en las callejuelas más oscuras, ni el auxiliar de mozo de taberna de las golondrinas de Becquer.

No, ya no. Ahora serás lo que decidiste ser aquel día cansado de la espera de la estabilidad anhelada, cuando añorabas un beso oportuno, una dificultad saltada con trampolín facilón y te quedarás allí, en la otra esquina decorada con fin-fan-fun, como un muermo conforme, masqueteando un trozo de amor suculento, de rancio abolengo, mientras te paseas pensando con qué dentífrico te limpiarás los dientes luego.