domingo, 11 de agosto de 2019

Historias del mar (3ªparte)







Hace mucho tiempo que te había visto, puede ser que la timidez me impidiera acercarme. Desde una de tus calas, tus aguas trasparentes me saludaban y tal que así, acepté tu invitación. Adentrándome por uno de tus caminos de madera  rápidamente, sin preámbulos, me quedé admirando tu estampa . Ya me tenías, como siempre, a tus pies. Izquierda, derecha, arco arriba, arco abajo...dudé como si tuviera que digitarte y poner arcos a tu música para mi violín, hoy convertida en un vals de amor de Shostakovich. Por fin,  no se si fue un guiño del sol o mi tendencia natural la que me llevó al lado oeste.

Al fondo, se me presentaban zonas rocosas adheridas a la montaña. Caminando por tu orilla, tus manos jugaban conmigo atrapando cada paso que daba; me hundías en tus arenas movedizas enterrándome hasta el tobillo sin pudor alguno. Aguas limpias, pero lo tuyo, no parecía juego limpio. No sabía qué tramabas.
Tus olas locas  no eran tan bravas todavía, pero chispeaban a mi paso como riéndose de mí. Ya estaba a punto  de decirte...y hoy, ¿qué me vas a enseñar, maestro? Y sobrecogiéndome, te adelantaste diciendo : hoy te lo doy por escrito, aprende bien la lección.
Detrás de mi, un inmenso graffiti en la roca rezaba: " Solo paro contigo el tiempo"; y dos corazones rojos a cada lado, adornaban la frase.Entonces, me acordé que el amor existe, que gracias a el sobrevivimos y que es la razón de nuestra existencia. Tú hablándome de amor, sin embargo, tú que tentabas mi fragilidad  allí donde golpeaban las olas. Tú, que te apropiabas de los cuerpos humanos hasta llevarlos a tus profundidades y después de zarandearlos, los abandonabas varados, inertes, en cualquier orilla.  Hoy, sin embargo, hasta tu secretario, el Sr. cangrejo parecía más simpático que nunca y todas las circunstancias indicaban que iba a volver a caer en tus brazos. Pero no, me negué a ser un capricho tuyo y girándome, me encaminé hacia el este.

En el suelo, conchas rosadas nacaradas brillaban en tus espejos y no se si fui yo o el suave aire de la mañana los que te hicimos fruncir el ceño. Querías que me bañara. Monitores y niños de una escuela de surf se acercaban a saludarte y poco a poco, llegaba gente. Oí hablar en italiano y alemán.Mientras tanto, seguías hundiéndome con cada pisada hasta que llegué al final del camino. Allí, estaba tu esposa, la ria, fusionada a tu cuerpo; tranquila y orgullosa, sabiendo que es parte de ti, sin celos de ninguna de tus concubinas. Una relación abierta.

Retorné el paso hacia mis cosas posadas en tu arena mientras el sol ya desperezado, golpeaba con fuerza. Ya era hora de  irme a casa. Pero me perdí. Parecía una jugarreta espacial. No encontraba mi bolsa y mi toalla, incluso desconocía a la gente que allí había. Me angustié,perdida en una playa que había cambiado su marea y de repente, me pareció otra muy diferente, inmensa y extraña.
Extraviada en el triángulo de las Bermudas. "¡Isabel, Isabel !", siseaban tus malditas amantes vestidas de espuma cervecera. Inspiré y volví al oeste recordando "Solo paro contigo el tiempo" y el tiempo se paró y pasó, como en la canción de "Casablanca" mientras estuve perdida en donde no había pérdida; sin poder pedir ayuda a Sam para que tocara su canción al piano, al menos,  para mi.. Como una idiota vi mi bolsa verde fosforito finalmente, al lado de mi silla donde supuestamente mi fantasía no me dejaba ver. Había vuelto del Enterprise.
Y mientras me sentaba  resoplando de forma muy poco femenina, un grupo de personas buscaban a una niña y su madre desaparecidas. El padre angustiado llorando, socorristas en alerta. "Se habrán desorientado", decía una mujer...Al de un rato, aparecieron. "La marea, la sensación del espacio tiempo"...repetían.
A modo de despedida, me acerqué a tu orilla... me invitaste a entrar otra vez, jugando a quererme un poco, rodeándome por la cintura y luego, me despedí.
Volveré, bribón.