jueves, 6 de diciembre de 2012

Rococó






El término francés rocaille designaba en el siglo XVII la decoración de grutas y jardines renacentistas a base de conchas. Ese estilo adquirió un lenguaje propio en el siglo XVIII aportando unos elementos decorativos llenos de fantasía y elegancia recargada como guirnaldas, hojas de palmera, marquetería policromada en puertas, paredes, espejos con filetes de oro y motivos orientales.
Pero el estilo de recargamiento excesivo conllevó en el Arte una reacción que dio paso al Neoclasicismo  donde volvieron las lineas de la Antigüedad griega del orden, el equilibrio y la sencillez.
El Rococó fue un movimiento breve considerado complicado, excesivo y falto de naturalidad y sencillez.
Si abordamos lo complejo o lo rebuscado en cualquier ámbito de la vida comprenderemos lo fácil que es colocarse en el lado opuesto de la balanza y refugiarse en lo sencillo, lo exento de adornos, lo tranquilo o lo minimalísta.
Si fuera médico prescribiría a muchos músicos y artistas de hoy en día  un poco de Rococó. Observo que se huye de lo caprichoso y difícil para componer un verso, para extraer una melodía compleja y muchos se rinden a la rima pobre o la melodía opaca sin ninguna misión salvo sonar.Es como si cuando recitáramos un rezo elimináramos la atención y la intención.Sólo palabras unas detrás de otras que se pierden en el aire, sólo notas sin sentido girando revueltas en una plataforma plana y llana.

El enfrentamiento del revoltijo y de la calma debería hacernos pensar en como el hombre tiende a buscar en los opuestos las soluciones a los procesos del arte. La evolución producida por una revolución constante.Por eso es fácil pensar que podemos pronosticar lo que nos depara el futuro si atendemos a los gustos y a las acciones del presente.