miércoles, 23 de mayo de 2012
Hablando del Clasicismo, de la vuelta a la pureza y la sencillez en las melodías, de aquel regreso al orden griego , entré en casa pensando de repente, en la libertad.
Salí a tomar aire fresco al jardín y observé cómo crecían sin control las ramas de los árboles.
Mozart quería ser libre. No quería depender de ningún conde, ni rey y deseó independizarse como músico y vivir por su cuenta.
En esta Primavera lluviosa y fría , noté la belleza del descontrol de las hojas, la desordenada dirección de las ramas...y así recibí un mensaje: aquellos que crecen libres, sin saber qué hay detrás del muro, la opinión de los demás, sonríen a la vida agradeciendo el sol que les hace vivir, la lluvia que les riega, la tierra que está bajo sus pies.
Y así observando el árbol se llenaron mis ojos de lágrimas porque comprendí cuán sencilla es la vida y cuanto la complicamos nosotros.