Intercambio
Hombre
de pocas palabras. Rodeado de flores, pájaros y almas inocentes. Un
día de primavera me regalaste unas calas: savia a cambio de nada,
plantas frescas vivas sin más recipiente que la tierra.
Mochuelo
despistado, te fuiste sin avisar y tus balcones, quedaron desnudos
sin regaderas, a merced de la lejía y el trapo limpio. Aquel
invierno crudo enfrió el encargo de mantener viva tu llama y por
desgracia, también ellas murieron. Ahora florece glorioso tu
recuerdo en un lienzo con tus brotes de aquella tarde, desde el
esplendor cetrino de mayo. (Compartido con la Asociación Escribe Lee) (24/5/2020)