martes, 18 de febrero de 2020

La partida









Fui a visitarte un atardecer color violín. Tu rostro impaciente. Las calles llenas de tranvías que marcaban oportunidades perdidas entre sirenas de bomberos y de ambulancias jugando, como si fuera un partido de tenis dobles, premio efecto Doppler. Al fondo, el rastro de un sabor a cicatrices entre olor a marihuana y tablas abandonadas por algún desaprensivo, en aquellas esquinas entre basuras de la oscuridad.

Recuerdo que hace tiempo, cuando cruzaste la antesala de mi vida, oía las voces en francés como ecos incomprensibles que con el tiempo se me han hecho familiares. Ahora parece que todo será más fácil. Cuando me encaminé a tu casa, los estratos del cielo parecían machones que me indicaban en cada tramo palomas escondidas en rombos de pastillas Juanola, entre edificios decadentes de piedra caravista, con escaleras de caracol desgastadas e inseguras. Así es Burdeos, la ciudad del vino.

Y allí te dejé como otras veces, tatareando la canción de qué será será...porque lo que tenga que suceder, sucederá. Ya florecen los almendros, te dijo mi voz esperanza variedad "género menor", calzándome tacones en un esfuerzo de demostrar que estoy a la altura de las circunstancias cuando te digo adiós.

No me marché como vine, estaba más cansada y triste de lo habitual, entre pantanos y cúmulos en el paisaje. Marcaban 21 grados.Un petulante bugatti descapotable de 1926 se burlaba del invierno mientras  me adelantaba... Recordé lo delicioso que estaba el croissant y el pan de pasas y nueces del desayuno contigo.

Estelas limpias de aviones me marcaban la dirección de retorno a casa.

Para mi hija Sophie. Febrero 2020