Ni siquiera me dejaste con un beso apalabrado,prendido con un alfiler sobre mi corazón.No escuché tus pasos al marchar,ni pude ver tu sombra con ese perfume a abandono habitual cuando desapareces.
Se quedó tan vacío el tiempo que no persistió el dolor de tu ausencia o la falta de presencia.
Un relámpago en la oscuridad anuncia la tormenta y de golpe caen las gotas de adoradores, aduladores y falsedades como caretas de carnaval tardío en el mes de julio.
Me pregunto dónde están las palabras que me dijiste...¿Escritas en un word,en la sección de documentos archivados,en cartas,informes y sucedáneos? Entretanto,los chats de amigos se amontonan como pesadillas de internet y los que te fallaron o no te interesan ,no suelen desactivarse solos.Lo virtual es tan ambiguo, a veces, con emoticones sin sentido que me pregunto si no es mejor limpiar la pantalla con Cristasol para considerar la claridad de lo que percibimos oscuro.
El calor hace estragos.Y el teléfono mudo.No hay mayor tormento que la afonía del misterio para el que quiere saber el porqué del silencio.Como un exótico plato tropical de indescifrable sabor son los adioses que no se dijeron.Ni siquiera una mirada de odio, que ya hubiera sido algo o un portazo simbólico de rabia.
De algunos, me queda en el recuerdo una voz cálida, unos dedos rozando mi cabello y una mirada trastornada...y nada más.Esa apatía del descuido, del no acordarse, roza lo virtuoso de lo virtual.
¿Donde? Cantaban los niños de Guridi a los que la torre se les había caído.Y el mundo también se desploma a pedazos bajo mis pies y desde mi invalidez de espectadora pasiva apenas puedo moverme.
Siempre comienza otro tiempo con preguntas sin posible respuesta.Agosto.La revolución ha llamado a mi puerta para quedarse y preparo un cuarto de invitados con sábanas limpias que huelen a jabón de violetas y a libertad.
Mi violín suena.