lunes, 3 de junio de 2019

Meditaciones









Cerrar cualquier etapa en nuestra vida no es una fácil decisión. Es inútil indagar en la búsqueda de las razones que nos llevan a finiquitar  una parte del rumbo tomado; de hecho, no tienen a veces, ni siquiera una clara explicación.

Concluimos siempre con el alma perturbada o emocionada.Sin embargo, todos sabemos que acabar no es el fin. Todos los términos llevan implícitamente  escrita la palabra " Comienzo" en el "The end" de la película de nuestra historia, o un turbador "continuará..."  , que se retira dejando una puerta abierta a la incógnita.

A golpes recordamos que no somos imprescindibles  para nadie ni para nada. Cuán absurdo es el mundo que nos inventamos, cuando la realidad se desvanece entre el humo del olvido y del reemplazo.

Ya estamos en el mes de junio. Un mes donde se acaban muchas historias y,o, quizás empiezan otros cuentos y leyendas; un mes que me hace pensar mucho, tanto como cuando terminó el año.

El verano empuja nuestra pesada puerta y ni siquiera se molesta en llamar. Irrumpe con los ojos azules , verdes, naranjas y violetas. Brilla para mi, el ámbar de las tardes del mar... ay,¡ mi mar! y el de otros que saben amarlo... libre, con sus locas olas, embravecidas por el viento del amor en los atardeceres, tranquilas cuando las miro en el silencio con su inconfundible olor nocturno y su perfume estival marcado por la exaltación de mi meditación sobre ellas.

Es tiempo para embellecer el brillo de nuestras pupilas con el esplendor de la estación, "recargar pilas", dicen unos. Y pensar, mucho pensar en el periodo de nuestra vida y en qué haremos con ella o qué nos deparará el destino.

Triste miedo eterno con la huella del desconocimiento ,mostrando una risa fea que parece que me quiere en el fondo de un precipicio.

Me consuelan respuestas de  ánimo y de esperanza. Brillan luces, luciérnagas en la oscuridad, entre fantasmas...
Me tranquiliza el aroma de mis rosas, a pesar de la visión de sus pétalos caídos y su deterioro.
Me sereno en la soledad, tan tranquila siempre, con una mirada que me mira cuando yo no miro, con aquellas palabras que me dicen que no me olvidan y me recuerdan que no estoy sola en el planeta.

La incógnita no se resuelve caminando junto a la orilla, pero tampoco se qué hacer y juego enterrando mis manos entre la arena. Llega ya el sol.
Tiempo de reflexiones.