martes, 18 de junio de 2019

Espectadores












Como aquel que asiste a un espectáculo presencio el devenir de las horas y sus acontecimientos: unos más rápidos, otros más intensos y otros más lentos. Pareciera que no soy una  partícipe más de lo que observo, tan solo una convidada de piedra, una efigie de cartón, un rostro más entre el público, escondida, buscando la respuesta al enigma del desenlace. Sin saberlo, soy espectadora de mi propio futuro y no hay vía posible al cambio porque lo que tiene que suceder sucederá.
¡Qué extraño es el silencio cuando no pasa nada y solo se escucha el tictac del reloj en medio del escenario!
Especulo con el comienzo del primer acto...Rompe el fuego y hace un poco más de calor. Pronto será San Juan y en las hogueras se quemarán nuestros trastos viejos . El cielo está extrañamente azul, bandas delgadas de cirros adornan su corona, y aguardo el cambio quedo de la siesta del crepúsculo que precede a la noche. Ha sido luna llena.

Ni siquiera no pensar evita considerar  las consecuencias de mi propia contemplación, fascinada por lo que parece inalcanzable y que sobrevendrá cuando mis ojos no lo esperen. Especular sobre el cuando y el porqué es el proceso que todo espectador debe pagar cuando atiende a su propia obra de teatro. Seremos críticos de nuestro personal ocaso, filosofaremos, imaginaremos el final que nos gustaría, aunque sepamos a ciencia cierta lo que tiene que suceder.

Es posible que caiga el telón y neguemos  nuestra propia historia. ¡Qué oportunamente suenan los aplausos para despertarnos  conforme el tiempo que nos toca vivir!