No me gustan las cosas retorcidas, las palabras enrevesadas, las frases recargadas, los muebles rococó, las ideas musicales que no están claras. Es como cuando viene el río revuelto y aunque sea ganancia de pescadores, no puedes ver en el fondo aquello que está contaminado,ni beber de su agua a placer.
Deleitarnos contemplando las sinuosas ramas de la vid y sus ensortijados surcos no es mi estilo...prefiero comer de sus racimos o beber su zumo confiadamente, a pesar de que luego pueda estar envenenado o sentarme mal.
El general chino del siglo VI a.C., Sun Tzu, en su tratado el "Arte de la guerra", hace un guiño a la escala pentatónica y comenta que " Las notas de la música son solamente cinco , pero sus combinaciones son tan numerosas que es imposible escucharlas todas."
Había un compositor vasco ya fallecido, cuyo nombre prefiero no citarlo porque no se puede defender, el pobre, del que recuerdo que explicaba su creación magistral a mi maestro de esta manera: "Ponemos una nota aquí y otra allá...y mira cómo suena".Su finalidad era ser especialista en notas a mansalva, ocupando un espacio auditivo por el afán de la sonoridad , esto es: el barullo.
Lo mismo pasa con las palabras. Escribir por escribir, hablar por hablar, decir tonterías por decirlas y deducir que la palabra más rebuscada que encontremos en el diccionario nos puede llegar a convertir en artistas originales. Todo ello, es un craso error. Es como el pintor que añade excesivo material a un cuadro sin ton ni son. ¡Toma paletada de óleo para que quede más espeso! , y ¡plof! lo rellena, y al final, todo es una especie de Sindrome de Diógenes artístico donde la cantidad o lo rebuscado es de lo más "chic".
Si se te ocurre aconsejar a algún músico amante de las escalas o del exceso de virtuosismo de buscar la sencillez en la expresión, sus divinos ojos te pueden traspasar la médula espinal y paralizarte como Mr. Spok. ¡Quién te mandará a ti meterte en recomendaciones! Total, que ese gesto de buena voluntad no les ayudará nunca a comprender las frases de 16 compases, las cadencias cerradas y abiertas, los contrastes, los motivos principales o los secundarios..., la música.
Inútil opinar.Ya lo decía aquel en un tango: "Porque no engraso los ejes, me llaman abandonao, si a mi me gusta que suenen paqué los quiero engrasar..." Pues, nada, en boca cerrada, no entran moscas. Mejor no pensar en la sinestesia de mi antigua profesora de Estética del Conservatorio, Dña. Beatriz del Fresno y en la bofetada visual que recibiría después de oír a los retorcidos que buscan en la complejidad la expresión del Arte supremo.
Dice el cántico de Jean Racine:
"...Rompemos el silencio de la noche tranquila
Divino Salvador pon sobre nosotros tus ojos,
El infierno entero huya al sonido de tu voz..."
Que huya y la paz sea con todos nosotros. Amén.