¡Qué delicioso placer es imaginar los perspicaces ojos que me admiran en silencio cuando ya no me abruman con su presencia! A veces me pregunto si todo es un sueño.
Advertir cómo diriges mis pensamientos a tu disciplinada figura mientras temo que aún queda un rastro de tu perfume en el recuerdo de mis labios.
Entretanto, medito con gozo la sospecha de que tu calma aparente es el destello elegante de una pasión tan fuerte como mi fuego. Y aunque así no lo fuera, no me importa, pues tu piel es para mi, tan sagrada, que apenas me atrevo a tentarla.
Recuerdo tus dedos de marfil entrecruzados con los míos y mi pequeño desliz curioso por percibir su textura... ¡ Qué deleite es invocar los momentos a tu lado a pesar de mi severa marcialidad! Y mejor aún, saber que nunca conocerás lo que provocas en mi, pues mi atención a tu felicidad será mi mejor obsequio y distracción.
Así me resulta más sencillo estar contigo, sin sospechas ni juegos, la verdad ante todo y tan solo ocultos por el rubor, los verdaderos sentimientos.
Disfrutas de tener captada mi admiración por tu consideración y respeto. Temo que entiendas lo que descifras en mis confusos momentos. Todo pleno de detalles, matices que entretienen un tiempo paralizado por mis ágiles dedos. Y te canto una canción y oigo tu voz a dúo.¡Qué dicha , feliz momento!
Sin embargo, nunca pierdes la oportunidad de interrogar mi alma y averiguar mis secretos. Paralizas mi razón mientras escudriñas mis gestos.Si me distraigo, me atrapas...y como a Scheherezade, me haces contarte un cuento.
Y así pasarán las 1001 noches, narrando con mis ojos brillantes de amor escondido y tu escuchando entre asombrado y burlón, sin saber cuanto te quiero.