El árbol es árbol, un pequeño jardín, un insignificante lugar. De lo más minúsculo se aprenden grandes enseñanzas...cuidamos nuestra planta para que no enferme y cobre salud, pero ignoramos la del vecino que se pudre y muere.
Puede que no soportemos que nuestros amigos sufran, y poco nos importa que nuestros enemigos sufran. Incluso si nos alegramos de ello, solo pensamos en obtener un beneficio personal.
Muy poco puedo hacer con unas palabras si no cultivo el altruismo. Si creo que alguien es indigno de alcanzar lo más alto, la ayuda a los demás será pobre. Decidir ayudar a las personas, nos gusten o no, nos elevará y comprenderemos que el mecanismo del amor se mueve por la compasión.
La compasión es altruista y ecuánime. Sentir compasión no nos hace débiles sino grandes de espíritu y fuertes en nuestro interior.