viernes, 17 de enero de 2014

La pasión



¿Porqué no podemos negarnos a la pasión? Porque la pasión significa literalmente sufrir , está unida al deseo y al desequilibrio psicológico. La pasión es un fantasma que nos atormenta sin tregua. Bebe nuestra sangre, almacena deseo, tensión, lujuria, acaba con todas nuestras fuerzas.

Su atractivo reside en su intensidad, en que nos hace reír, vibrar de emoción, disfrutar el momento, nos hace huir de la realidad. El amor apasionado es fértil en detalles, en palabras agradables, es emotivo....pero no es real. El verdadero amor nace con el tiempo y tiene un amigo que se llama respeto.

Con el tiempo, ese ardor, lujuria y frenesí se adormece en un letargo natural que hace que permanezca la llama del amor verdadero, del amigo que es nuestro compañero, al que debemos nuestro sincero afecto y ternura. Buscando sólo el ardor y el fuego nos confundimos como cuando discutimos arrebatadoramente.

 Una discusión vehemente nos puede conducir a un debate lleno de genio y figura,muy interesante o incluso agrio, donde el posterior arrepentimiento o retracto de lo dicho o hecho es muy posible. Es el ímpetu de nuestras acciones irrefrenables, lo que nos conduce a nuestro desastre personal diario.
El entusiasmo es tan bueno como malo llevado a sus extremos .

La caída es más terrible cuando comprobamos que tras una pasión disfrazada de amor verdadero sólo hay un tango mal cantado, la letra de un cuplé, una ranchera triste,un desesperado intento de volver al principio, whisky, tabaco y mal ambiente.