"Ningún gran artista resulta negativo para la historia del arte. Ninguno tuerce caminos ni destruye principios que no estuvieran ya larvados por un uso harto prolongado. Hace lo que siente que debe hacer en un momento determinado y con ello cumple un deber de compromiso a sí mismo"
" La verdad es que cuando nos admiramos ante los logros de un joven, lo que saludamos en él es una temprana madurez. Lo felicitamos por haber alcanzado la mayoría de edad, antes que otros de su generación. Ha pasado de aprendiz a maestro, y ahora tendrá que enfrentarse con problemas que son ya de gente adulta. De ahí que se observe, en los jóvenes pronto dotados de una personalidad definida, un repentino deseo de establecer vínculos con la tradición, por muy revolucionarios que se manifiesten en la producción personal, invocando maestros del pasado con los cuales se sienten identificados por encima de los siglos transcurridos. Así, un Picasso, hacia el año 1925, se proclamó ferviente admirador de Rafael; Schöenberg, en pleno atonalismo, admiraba a Rameau."
Alejo Carpentier. 1956