Esotéricos, especialistas, aficionados y profesionales de la música analizan la figura y el arte de W. A. Mozart (1756-1791). Se han escrito muchas biografías relatando su entrega a la música, su vituosísmo y su sentido agudo del humor.
Sobre su muerte se cuentan versiones distorsionadas, llenas de leyendas donde un moribundo Mozart pide interpretar su Requiem ante sus amigos u otra donde muere con la pluma en la mano , sorprendido por la muerte después de acabar el encargo del Conde Walsegg.....Lo cierto es que Mozart abandonó este mundo probablemente acompañado de su esposa Constanze, su hija Sophie y su amigo Süsmayer.
Conocido como masón y apóstata, se dice que no recibió consuelo espiritual de ningún sacerdote. A Mozart la iglesia no le interesaba en absoluto, por eso es improbable que echara de menos la ayuda religiosa.
Mozart ante todo era músico. Su música puede ofrecer un fervor emotivo en la audición y la música sacra que él compuso puede transpasar nuestra intimidad espiritual y elevar nuestra conciencia, pero tal vez su deseo no estuviera destinado a tal efecto. Quizás su música sólo era un instrumento para componer posteriormente lo que a él verdaderamente le gustaba: representar ópera.
Así pues, murió Mozart en un mundo apático e indiferente a su música. Enterrado en una fosa común, nadie intuyó que se llevaban los restos mortales de un gran Maestro, nadie comprendió que enterraban a alguien grande e irrepetible que nos donó un gran regalo para la posteridad.