Yo siempre digo que la vida a menudo
nos envía por senderos mal iluminados, estrechos y de difícil
acceso. Es en el preciso momento en el que llegas a la cumbre cuando
te das cuenta de que estás vivo. No se si es muy importante tener
esa percepción confortadora, quizás no sea tan trascendental,pero
cuando las ideas se descifran en el punto culminante, aparece el
concepto de libertad y de saber elegir en mi cabeza.
En la película “La caza del octubre
rojo” el capitán olvida su disciplina militar y decide desertar
para evitar una 3ª guerra mundial . Noah Gordon en “El médico”,
describe a un protagonista que viaja a Isfahán para aprender el Arte
de la medicina ocultando su verdadera identidad religiosa y
practicando ciencias prohibidas por su maestro...y así infinidad de
ejemplos.
En nuestra madurez, las escenas de la
vida son como narraciones o películas que se repiten y nos recuerdan
quienes fuimos, qué somos y qué no queremos ser. Ese es el
aprendizaje y el Arte de aprender de cada día.
Y después de sobrevivir a cualquier
situación sobrecogedora, hiriente, cómica, lasciva o incluso
amorosa nos queda la reflexión y en ese punto estoy, pensando, con
un punto de guasa e ironía en mi boca, mis ojos atentos viendo que
la rueda del mundo no cambia y sigue girando igual de repetitiva para
enseñarnos una lección que nunca aprendemos. Aunque por otro lado,
el que algo quiere, algo le cuesta y la disciplina, la rectitud en la
vida es tan necesaria como el agua que bebemos, no obstante, nunca
debería de limitarnos para no perder nuestra capacidad de elección.
Descansemos un poco y como decía la madre María, “Let it be”.