Fue un beso afónico en el eco de un solar vacío. Un beso secreto, robado, cedido, deseado, suplicado por mis ojos. Un momento entre miedos y temblores.
No dudaste en poner una mano en mi pecho, forzándome a entrar en tus labios de golpe; ¡ay, tu boca de matices quebrados y misteriosos!
El silencio murmuró una censura leve, pero tú me besaste sin dudar, y yo te besé, despertándome de un largo letargo sin sexo, saboreando con placer tu mucosa sonrosada y húmeda.
Fue, sin duda, el beso.
Isabel Bravo©