Me desorienté entre la lluvia. La tarde, de puro tacaña, no invitaba ni a un café. Pero tenías que aparecer tú en escena, con la punta de un cuchillo chuletero moldeado por Uri Geller o por algún destripador "rosádico".
"¡Hay que tener bemoles!"...pensaba yo, "atacarme en pleno campo, rodeada de boñigas, con ese olor a abono y granizando en pleno abril."
No me había equivocado ni de día ni de hora...Era mi momento. Había llegado "la prueba del algodón" y del miedo inicial pasé al coraje con cara perro.
Tú querías... más que inquietarme, querías jugar a "la maté porque era mía". Había un árbol para empujarme, llevarme al tronco era fácil. Puntapié con estilo e insulto mordaz con un pies para que te quiero... Allí caíste entre el barro y helechos, poca mierda para tanta basura.
Al girar la cabeza...como la mujer de Lot, una baldosa mal colocada por el Ayuntamiento, me hizo perder el equilibrio, con tan mala fortuna que caí al suelo dislocándome el cuello.
Isabel Bravo©