domingo, 12 de febrero de 2017

El arte de improvisar









Hace ya muchos años, siendo muy joven, asistí a un curso de música jazz con Jorge Pardo en el Conservatorio de Bilbao. Allí aprendí que el jazz y la improvisación se fundamenta en un profundo conocimiento de las bases de la armonía de la composición. La posibilidad de ser un brillante improvisador no solo depende de tener un ingenio o una imaginación extraordinaria, además ,es necesario controlar profundamente las bases tonales, sus afinidades y el ritmo, entre otras muchas cosas.

En la película "Mi nombre es Bach" , que actualmente están visionando algunos de mis alumnos de música se muestra la capacidad creativa de J. S. Bach ante un tema propuesto por el rey Federico II de Prusia, un gran admirador del compositor. Bach no frivoliza con la melodía sino que la toma en consideración.  Nos demuestra que un verdadero artista nunca improvisa sin antes meditar, por algo que merezca verdaderamente la pena. Así crea la "Ofrenda musical "con tan solo 5 notas propuestas por el rey.

En la vida, debería de ser igual. La imaginación es un arma poderosa, muy útil para trabajar en equipo antes de presentar un trabajo digno. La improvisación sin tener nada preparado en un trabajo real conducirá casi seguro al fracaso. Otra cosa muy distinta es la capacidad de improvisación ante un problema . Es como cuando cocinamos y  nos falta un ingrediente. Al prescindir de ese ingrediente fundamental, buscamos una solución con la técnica que poseemos y cuando lo hacemos, creamos, innovamos, nos alejamos de la tradición. Así nace el arte, los artistas y los estilos.